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Sábado, 03 de Agosto, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
El PADRE nos ha OTORGADO toda su VOLUNTAD PERFECTA perpetuamente, BAUTIZADOS en
agua únicamente:
Realmente, nuestro Padre celestial estaba listo para recibir sus primeros sacrificios ofrecidos por Abraham que se había sentado a comer del pan y vino de la Mesa santa, servida por su Hijo Jesucristo, y así, Él tener finalmente a su único Hijo
Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah: porque Él había determinado entregarle su voluntad perfecta a la tierra entera. Por cuanto, nuestro Padre celestial había establecido ya un convenio de vida con Abraham, en donde Él
continuara comiendo del pan y vino con sus hijos prometidos naciendo con su perfección divina y perfecta santidad, y así, ellos vivan su vida eterna, que
es su Juramento a Isaac, en donde su perfecta voluntad será establecida finalmente sobre la
humanidad entera por generaciones venideras.
Ahora, nuestro Padre celestial le prometió a Abraham hijos numerosos, así incontables como las estrellas del cielo arriba, poblando la tierra con su misma perfección y con su misma santidad, así como su Hijo Jesucristo y como su Espíritu Santo las
han vivido en su reino angelical, desde su creación, y así, Él finalmente establecer su voluntad perfecta sobre la tierra perpetuamente. Considerando que, nuestro Padre celestial estaba buscando establecer una nueva tierra desde la vieja tierra, al
tener a los hijos de Abraham naciendo con su perfección y con su santidad, y así, ellos vivan su vida eterna, así como su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo junto con las huestes angelicales la han vivido triunfantemente siempre, por todo el reino
angelical.
Sin embargo, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo ya viviendo su vida eterna con Abraham y sus hijos naciendo en generaciones futuras, porque Él estaba dispuesto a destruir a Satanás y a la muerte
postreramente, y así, Él establecer su nueva tierra con su perfecta voluntad floreciendo en todas las familias de las naciones perpetuamente. Realmente, fue
importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham junto con sus hijos adoptados,
comprados de extranjeros, comiendo del pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo sobre la Mesa santa, y así, su Hijo amado nazca del vientre estéril de Sarah como Isaac, por su Espíritu Santo, pero igualmente, asegurando así su altar de su amor
infalible por la humanidad entera.
Pero, este altar de su amor infalible por sus hijos de las familias de las naciones tenia que ser establecida en Canaán, porque esta es su tierra escogida para que su vida eterna florezca no solamente por todo Israel, pero igual en las familias de las
naciones, porque Él había determinado bautizar con agua y bautizar con su Espíritu Santo la tierra entera. Es decir, que nuestro Padre celestial estaba mirando hacia el futuro bautizar a cada hombre, mujer, niño y niña no solamente de Israel, pero
también de las familias de las naciones, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, finalmente bautizarlos
a todos con su Espíritu Santo para entrar a su vida eterna, perpetuamente redimidos.
Además, nuestro Padre celestial ya había bautizado toda la tierra en los días de Noé, porque las familias de las naciones de aquellos días estaban sufriendo violencias terribles por todas partes, por ende, le era imposible a Él bautizar la tierra
con agua y con su Espíritu Santo, y así, ellos cambien su manera pecadora de vivir hacia Él en la gloria celestial. Ciertamente, en días de Noé, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su Espíritu Santo sobre las familias de
las naciones,
pero, esto le era imposible, porque la violencia estaba creciendo en las naciones, y Él fallaba siempre de derramar de su Espíritu Santo sobre las gentes, por ende, llamó al diluvio, bautizando así la tierra entera para que toda violencia cese
finalmente.
A tiempo, nuestro Padre celestial tuvo las llaves del agua abiertas en el cielo
y las llaves del agua abiertas de debajo de la tierra, subiendo toda agua así sobre las montañas, faltando el aire y el oxígeno para los animales y para las gentes, quitá
ndoles la vida, empezando así nuevamente la tierra, en donde Él podía bautizarla con su Espíritu Santo postreramente. Históricamente, en días de Noé, nuestro Padre celestial destruyó a toda carne, animal y humana juntamente, con grandes aguas
descendiendo del cielo arriba y ascendiendo de debajo de la tierra, porque Él necesitaba abolirlas, ofendiéndole a Él con palabras del fruto prohibido, del
Árbol de la ciencia del bien y del mal, reemplazándolas así con la carne sagrada de su Hijo
Jesucristo enteramente.
Realmente, fue importante para nuestro Padre celestial entregarle a su siervo Abraham su roca de salvación, para que él mismo ofrezca tres carneros con sus
mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria,
porque todos sus hijos iban a nacer en cautiverio por cuatrocientos años, y así, Él destruir a Lucifer y la muerte con ellos postreramente. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba bendecir a Abraham y a su esposa Sarah con un recién
nacido de su vientre estéril, por el Espíritu Santo, y este es Isaac introduciendo en la familia humana: la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, que Él necesitaba urgentemente sobre su altar de su amor infalible, en Canaá
n, salvando la tierra entera finalmente.
Este es nuestro Señor Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, porque él no solamente necesitaba introducir en la humanidad entera su carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, pero igualmente, él necesitaba
vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial que Jacobo junto con los hijos prometidos en generaciones venideras la vivirán victoriosamente, redimiendo finalmente a la humanidad, milagrosamente. A tiempo, nuestro Señor Jesucristo nació como Isaac
del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, entonces, él necesitaba ser
el primero en vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial con Abraham y Sarah junto con sus
hijos adoptados, y así, sus hijos prometidos la vivan milagrosamente por generaciones interminables.
Nuestro Padre celestial necesitaba haber tenido ya a su Hijo Jesucristo viviendo su vida eterna junto con su Espíritu Santo con Abraham, así como ellos la han vivido con Él junto con sus huestes angelicales, porque Él buscaba transferir su reino
entero de riquezas asombrosas a la tierra, pero, tenia que ser sobre una tierra
nueva y sin Satanás y la muerte, perpetuamente. Por eso, es que nuestro Padre celestial necesitaba vivir su vida eterna con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu en la
familia de Abraham, para Él mismo saber, y empezar a experimentar, las glorias
de vivir con sus hijos sus bendiciones cotidianas de su corazón santísimo, ejecutando así su perfecta voluntad, como siempre, como con las huestes angelicales del cielo.
Por ende, cuando nuestro Padre celestial vivió con Abraham y con Sarah junto con los hijos adoptados, vecinos y amistades de cerca y de lejos, entonces, Él
podía ver que cada uno, empezando con Abraham, que ellos habían vivido su vida eterna junto
con sus bendiciones cotidianas, espléndidamente, y así, Él entendió que Él
podía establecer su nueva tierra sobre la vieja tierra postreramente. Sin embargo, nuestro Padre celestial tenia que empezarlo todo nuevamente, cuando creaba la nueva tierra,
con la santidad perfecta de su corazón santísimo descendiendo al corazón de
la tierra, destruyendo finalmente a Satanás y la muerte junto con cada ángel caído a la puerta del infierno, estableciendo su roca de salvación junto a ella con los tres
carneros de Abraham y con sus dos aves sin cortar, salpicados con sangre expiatoria.
Ahora, para que esto empiece a desarrollarse, creando su nueva tierra, en donde
la humanidad entera regresara a la vida, viviendo su vida eterna junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, entonces, Él tenia que derramar la santidad perfecta
de su corazón sobre la tierra, pero, esto tenía que suceder sobre el monte Sion, descansando sobre el Moriah. Por eso, es que después que nuestro Padre celestial había vivido maravillosamente su vida eterna junto con su Hijo Jesucristo y con su Espí
ritu Santo en la familia de Abraham, entonces, Él estaba listo para llamar a Abraham a su monte santo con su único hijo Isaac, que había aprendido amarlo por muchos años: ofreciéndolo finalmente, como una ofrenda encendida hacia la
gloria celestial.
Durante estos años, nuestro Padre celestial estaba listo para recibir de Abraham su único hijo Isaac, como una ofrenda encendida sobre su monte Sion, en el Moriah, porque Él complacido vivía de haber vivido con Abraham y sus vecinos y amistades, por
ende, Él estaba listo para transferir grandezas de su corazón santísimo enteramente desde la gloria angelical hacia el corazón de la tierra finalmente. Esto fue algo que nuestro Padre celestial le hubiese gustado haber hecho durante los días de Noé,
pero, la gente era muy violenta en aquellos días, por cierto, era imposible para Él establecer un convenio de vida, como el que estableció con Abraham al
comer del pan y vino de manos de su Hijo Jesucristo sobre su Mesa santa.
Desdichadamente, nuestro Padre celestial fallaba siempre en ver por donde Él podía derramar de su corazón santísimo sobre todo hombre, empezando así un convenio de vida sobre la tierra, que la única solución posible que Él vio fue el bautismo en
agua, para Él mismo tener paz con la humanidad entera finalmente, encontrando un lugar en donde derramar enteramente su perfecta voluntad desde su corazón santísimo. Ahora, con el bautismo en agua, que nuestro Padre celestial tenia que haberla tenido
ya con la tierra, entonces, Él mismo empezaría su vida eterna con la humanidad entera nuevamente, para Él derramar enteramente su voluntad perfecta
desde la gloria angelical sobre la tierra, y así, cada hombre, mujer, niño y niña de las naciones lo
puedan tener enteramente por una eternidad entera.
Realmente, al nuestro Padre celestial bautizar la tierra entera con agua en días de Noé, entonces, Él lo hizo así no solamente para destruir cada carne
pecadora de las naciones, pero igualmente, Él abrió la puerta para establecer
un convenio de
vida con Abraham, desplegando su roca de salvación con tres carneros sacrificados y con dos aves sin cortar, finalmente expiando cada pecado perpetuamente. Considerando que, sin el bautismo de toda la tierra con agua, entonces, nuestro Padre celestial
hubiese tenido continuamente problemas con la carne pecadora en cada hombre, mujer, niño y niña: por ende, Él hubiese fallado en derramar la perfecta voluntad de su corazón santísimo desde el cielo arriba sobre la tierra, además, el derramamiento
de su Espíritu Santo hubiese fallado enteramente.
Consiguientemente, fue importante para nuestro Padre celestial bautizar la tierra en días de Noé, para Él entonces comer del pan y vino de su Mesa santa con Abraham, servido diariamente por su Hijo Jesucristo a las huestes angelicales, manteniéndoles
así perfectos y santos, así como le manifestó a Abraham, asegurándole, que él tiene que ser perfecto y santo para vivir eternamente. Ahora, al nuestro Padre celestial comer del pan y vino con Abraham sobre su Mesa santa, diariamente servida por su
Hijo Jesucristo a las huestes angelicales, manteniéndoles a ellos siempre perfectos y santos, entonces, él empezó a servirle a cada hombre, mujer, niño y niña del pan y vino, como su naturaleza divina, haciéndolos así santos y perfectos para ver
la vida nuevamente siempre.
Este es el convenio de vida que nuestro Padre celestial necesitaba establecer con las naciones, y Él empezó con la familia de Abraham, bendiciéndoles con sus hijos prometidos por generaciones venideras, para que Él no solamente expandir glorias de su
santo nombre fuego sobre su monte Sion, pero igualmente, derramar su Espíritu Santo sobre toda carne para que su voluntad perfecta prevalezca mundialmente, progresivamente. Esta es la voluntad perfecta de nuestro Padre celestial nacida
de su corazón
santísimo, derramándose sobre su Hijo y su Espíritu como Isaac sobre el monte Sion, en el Moriah, que Abraham lo ofreció, como una ofrenda encendida, porque su corazón santísimo ardía en sus fuegos por su voluntad perfecta sea
hecha sobre la
tierra en toda alma viviente por muchas generaciones venideras.
Aquí es cuando, nuestro Padre celestial había esperado ver a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu Santo, para que Él entonces derramar de su voluntad perfecta sobre la tierra, así como es
derramada sobre las huestes angelicales, y así, la humanidad entera la viva con Él maravillosamente en la nueva eternidad venidera. Aquí, nuestro Padre celestial no solamente nos entregó a nosotros a su Hijo Jesucristo, como una ofrenda encendida con
su carne sagrada, huesos inquebrantables y sangre expiatoria, manifestado mundialmente, como Isaac, el hijo único de Abraham yaciendo sobre el monte Sion, en el Moriah, pero igual, Él nos otorgó su voluntad perfecta enteramente, poseyéndola todos
nosotros cada día sobre toda la tierra para siempre.
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