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    Sábado, 23 de Junio, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    JESÚS (YESHUA) CUMPLIÓ CON EL JURAMENTO A ISAAC POR TI, PARA ENRIQUECERTE:

    Toda la casa de Israel había por fin llegado a río Jordán, y listo para cruzarlo, para conquistar la tierra prometida que nuestro Padre celestial le había prometido poseer a Abraham junto con todos sus hijos nacidos por miles generaciones, y
    numerosos como las estrellas del cielo hacia la eternidad. Sin embargo, al llegar cerca de los límites del Jordán que estaban por conquistar, entonces nuestro Padre celestial no les permitió entrar en él, porque aún llevaban en
    sus corazones el
    becerro de oro que Aarón había fusionado en su horno ardiente al tirar las joyas de oro, recibidas de los egipcios.

    Éstas era riquezas que nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que les diga a las mujeres israelíes que se las pidan a las egipcias para que se las lleven
    con ellos como riquezas que habían enriquecido a los egipcios por cuatrocientos años, para
    ser bautizados con riquezas en el Mar Rojo, porque iban a recibir mayores riquezas camino a Canaán. Ya que, nuestro Padre celestial no solamente enriqueció a la casa de Israel en aquellos días con las riquezas de Abraham que había recibido junto con
    Sarah en sus días, pero igualmente las riquezas iban a ser heredadas por sus hijos de Israel y por las familias de las naciones, al ser bautizados en agua, invocando su santo nombre y todopoderoso.

    Con este bautismo en agua, el Israel antiguo lo pasaron invocando el nombre del
    Dios de Abraham, el nombre del Dios de Isaac y el nombre del Dios de Jacobo, que es el Espíritu Santo, entonces ellos abandonaron cada pecado expiado por el Juramento a
    Isaac, pero igualmente, ellos pudieron recibir legalmente las abundantes riquezas de Abraham, para siempre. Nuestro Padre celestial necesitaba tomar a cada uno de la casa de Israel no solamente bautizado en agua en el Mar Rojo al invocar la perfecta
    santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, para abandonar cada pecado encontrado en cautiverio egipcio, pero igualmente, ellos tenían que llevar las riquezas de Abraham a Canaán, enriqueciendo grandemente a generaciones venideras.

    Estas son riquezas del Juramento a Isaac que fueron primeramente entregadas a Abraham, pero igualmente a su hijo Isaac para heredarlas junto con Jacobo su primogénito sobre la tierra y sus hijos de generaciones venideras, ya que estas son riquezas que
    tienen que enriquecer a la tierra de Canaán que recibirá su santo nombre fuego sobre su altar antiguo, para siempre. Además, nuestro Padre celestial necesitaba a cada israelí en Canaán escogida para vivir con ellos en santidad
    y en perfección
    perpetua, por amor a su santo nombre fuego, descansando sobre el monte Sion: pero igualmente, Él necesitaba las abundantes riquezas de Abraham llenando a Canaán con riquezas siempre crecientes para que sus hijos y de las familias de
    las naciones las
    gocen.

    Puesto que, éstas son riquezas que nuestro Padre celestial le entregó a Abraham poseer abundantemente y por siempre, pero igualmente, para sus hijos por generaciones futuras finalmente vayan honrando, glorificando, santificando y exaltando su santo
    nombre fuego sobre el monte Sion, y así, ellos necesitaban hacer todo esto para Él y por su santo nombre con las riquezas de Abraham multiplicándose siempre. Éstas son riquezas que nuestro Padre celestial ha acumulado sobre el monte santo de Jerusalé
    n y su Lugar Santísimo por muchas generaciones, porque toda la casa de Israel siempre había fallado en bautizarse del agua y bautizarse del Espíritu Santo,
    pero, cuando ellos sean bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre
    todopoderoso, entonces ellos recibirán sus riquezas abundantes instantáneamente.

    Visto que, estas son riquezas que nuestro Padre celestial le entregó a Abraham
    abundantemente no solamente para él vivir con su esposa Sarah y junto con sus 318 hijos adoptados de extranjeros por dinero, pero igualmente, para enriquecerlos por muchas
    generaciones, incluyendo las familias de las naciones, y así enriquecer cada día su reino nuevo venidero hacia la eternidad. Milagrosamente, esta riqueza jamás ha fallado de multiplicarse por las generaciones como desde que nuestro Padre celestial
    bendijo a Abraham y a su hijo Isaac que no solamente hizo rico a Jacobo, pero igualmente a sus hijos por generaciones venideras, pero únicamente, si ellos renacen del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su
    Espíritu Santo.

    De otro modo, esta riqueza que creció a través de los años y así continúan
    aún por generaciones futuras, por gracia continuaran siendo almacenadas en el altar de Abraham e Isaac y hasta que cada hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las
    familias de las naciones las reclamen, sólo al renacer del agua y así renacer
    del Espíritu Santo. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a Abraham ascendiendo sobre el monte Sion con su hijo Isaac primeramente para ofrecerlo como
    en una ofrenda encendida ante Él con el humo del fuego ascendiendo a sus lugares santísimos del cielo, pero asimismo su nuevo amor dulce aprendido de Isaac para seguir amando divinamente cada día y hacia la eternidad celestial.

    Visto que, nuestro Padre celestial tenía que tener el amor de Abraham por su hijo Isaac ardiendo fuertemente en su corazón y así mismo en Sarah y en los de su hogar como en una ofrenda eterna ascendiendo desde su hogar familiar, enriqueciendo lugares
    gloriosos del cielo, para que finalmente el Padre derrame su fe sobre él y sus
    hijos por generaciones futuras. Además, éste es el Juramento a Isaac, en que nuestro Padre celestial tenía que derramar su perfecta fe y amor de su palabra
    viva emanando
    de su corazón santísimo para bendecir a los hijos de Abraham, pero igualmente, a las familias de las naciones con riquezas maravillosas acumuladas
    desde siempre para sus hijos renacidos: amando, sirviendo y glorificando su santo nombre, siempre.

    Estas palabras que nuestro Padre celestial derramó sobre Isaac tendido sobre el madero del monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, manifestaba cuanto amor Él siente por sus hijos nacidos de su imagen y de su alma viviente en el cielo,
    como cuando Adán nació primero, dándole vida a Eva y sus hijos por muchas generaciones como las estrellas del cielo. Éstas son las palabras del Juramento a Isaac que nuestro Padre celestial finalmente se la entregó a Moisés para que los hijos de
    Aarón las posean en autoridad completa en todos sus días de ministerio, del tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo, porque ellos eran especialmente
    ungidos para invocarlos sobre los hijos de Israel para recibir la bendición de
    riquezas
    inagotables.

    Efectivamente, solamente los hijos de Aarón tenían poder para decir esta oración sobre los hijos de Israel, como por donde sea que nuestro Padre celestial los guiaba con su SHEKINAH (gloria divina), y así conducir rituales y ceremonias importantes de
    perfecta santidad del Juramento a Isaac, cubriendo pecados con sangres derramada de corderos por el desierto del Sinaí camino a Canaán. Evidentemente, nuestro Padre celestial tenía que cubrir cada pecado que Él había encontrado con Israel mientras
    vivió en el cautiverio egipcio de cuatrocientos años, porque todo pecado tenía que ser derrotado no solamente en el infierno tormentoso, en donde las familias de las naciones están condenadas por sus pecados, pero igualmente por
    todo el desierto
    antes de entrar victoriosos a Canaán.

    Ésta fue una victoria importante que nuestro Padre celestial tenía que alcanzar con todo Israel que no solamente había nacido con el Juramento a Isaac, pero también bautizado en agua, para vestir los atuendos del Espíritu Santo y de poderes de la
    carne sagrada para cubrir pecados, finalmente para que su Hijo Jesucristo nazca
    en Israel, restaurando así todas las casas eternamente. Por ende, todo pecado yaciendo en el fondo marino con Israel investido con poderes del Espíritu Santo y de la carne
    sagrada, sirviéndole a Él y a su santo nombre fuego como sacerdotes por el desierto y asimismo en Canaán sus cuerpos convertidos en el madero, entonces recibieron finalmente con clavos su santo nombre y a su Hijo Jesucristo radiando su rostro santí
    simo.

    Puesto que, los hijos de Aarón fueron divinamente ungidos para dirigirse a los
    romanos con autoridad para bajar el santo nombre escrito como Rey de los Judíos, reescribiéndolo, para decir que él dice que es Rey de los Judíos—pero Poncio Pilato no
    quiso complacerlos, porque nuestro Padre celestial esperaba este momento para bendecir con su bendición maravillosa y todopoderosa a Israel. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Israel no solamente liberados del cautiverio
    egipcio, pero igual, bautizados del lecho marino, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo y así vestirse con su Espíritu y su carne sagrada para cubrir todo pecado, porque los levitas
    estaban llamados a
    bendecirlos grandemente en Canaán, para siempre.

    Legalmente, nuestro Padre celestial tenía que tener a los sacerdotes levíticos en Israel, viviendo con los hijos de Israel, y listos para pronunciar su santo nombre fuego sobre el monte Sion, porque cada israelí hombre, mujer, niño y niña, aunque
    yacían en el Valle de los huesos secos entonces estaban listos para recibir su
    bendición de riquezas interminables, levantándose a vivir nuevamente. Además, ésta es la bendición que nuestro Padre celestial tenía que tener a Israel primeramente
    yaciendo en el Valle de los huesos secos con sus carnes convertidas todos ellos
    en el madero, para clavar su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo a ellos, levantando su rostro santo mundialmente, porque esta es la paz que la tierra necesita,
    para vivir eternamente.

    Es decir, también que, si Israel finalmente tiene paz, porque nuestro Padre celestial ha clavado su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo que ha descendido para restaurar la carne sagrada, la sangre expiatoria y los huesos inquebrantables en
    todo Israel, entonces Israel antiguo pudo regresar a la vida nuevamente, eternamente bendecidos todos, gozando diariamente de bendiciones de riquezas inagotables. Visto que, Israel ha sido siempre llamado por nuestro Padre celestial para gozar las
    primeras bendiciones de su Juramento a Isaac en que derramó todo su corazón santísimo sobre la carne sagrada del convenio de vida, pero, asimismo, Él lo escribió todo con su dedo sobre cada hombre, mujer, niño y niña, porque, haciéndolo así,
    entonces Él pude finalmente bendecir las naciones perpetuamente.

    Puesto que, nuestro Padre celestial le dijo a Abraham de que su semilla, y este
    es Isaac bendecido por su corazón santísimo con su perfecta voluntad sobre sus hijos y las familias de las naciones, que es el Juramento a Isaac, entonces, Él pude
    finalmente crear una nueva tierra con cielos gloriosos cubriendo diariamente la
    humanidad entera con su amor perfecto, siempre. Es decir, ya que Israel antiguo
    fue levantado del Valle de los huesos secos por los poderes del Juramento a Isaac, que es su
    Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen de la hija de David, que su vientre tenía que salpicar la sangre a tierra, entonces, ella divinamente restauró eternamente la sangre expiatoria que Eva del paraíso contaminó, comiendo del fruto prohibido.

    Entonces, nuestro Señor Jesucristo pudo vivir la vida eterna de nuestro Padre celestial que Israel fue llamado divinamente a vivirla en Canaán, en donde ellos habían sido llamados a cumplir cuidadosamente cada mandamiento junto con
    cada precepto y
    decreto dado por el Juramento a Isaac a todos ellos, para que sean bendecidos con nuevas bendiciones de riquezas interminables toda una eternidad entera. Por
    ende, al nuestro Señor Jesucristo nacer del vientre virgen de la hija de David
    entonces el
    santo nombre fuego de nuestro Padre celestial descendió del cielo, porque la mujer virgen había restaurado la perfecta santidad de la sangre expiatoria que
    circulara por las venas de sus hijos, para que finalmente vivan en paz, gozando
    diariamente de
    sus bendiciones en la eternidad.

    Oportunamente, el santo nombre de nuestro Padre celestial descendió con su Hijo amado para vivir no solamente con el Espíritu Santo, pero también con sus hijos de Israel y de las familias de las naciones, porque su sangre ha sido
    restaurada en su
    santidad perfecta a la humanidad entera y así regresen a vivir todos nuevamente, y esta vez enriquecidos interminables, siempre. Efectivamente, al tú renacer del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Esp�
    �ritu Santo, entonces, tú poseerás poderes importantes, trabajando desde del Juramento a Isaac, creando así en ti todo nuevamente, con tus amados y hasta con tus amistades, porque creer en su obra del monte Sion con su Cordero escogido, te bendice
    siempre.

    Por eso, es que cuando Israel fue levantado en el Tercer Día del Valle de los huesos secos entonces ellos entraron en el Lugar Santísimo del tabernáculo de
    reunión, porque entonces nuestro Padre celestial estaba listo para abrazarlos y así hacerse
    uno con ellos en la eternidad, ya que ellos habían renacido nuevamente, pero perfectos y santísimos ante Él, para siempre. Ciertamente, aunque todo Israel
    yacía en el Valle de los huesos secos por siglos, entonces cuando nuestro Señor Jesucristo
    finalizó su obra, clavado al madero junto con el santo nombre y las victorias del Espíritu Santo conquistadas en todo hogar israelí en Canaán, entonces los sacerdotes levíticos invocaron su nombre todopoderoso sobre ellos, que bendición de riquezas
    inagotables descienden sobre Israel diariamente.


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