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Sábado, 09 de Junio, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
(Recordamos a nuestros hermanos guatemaltecos en el amor eterno del SEÑOR. Deseamos expresar nuestras condolencias, amor y oraciones a cada una de las familias guatemaltecas que perdieron a sus seres queridos y amistades en este lamentable Volcán de
Fuego que erupcionó unos días atrás. Sus amados se encuentran en la presencia santísima de nuestro Padre celestial, porque su Hijo amado los amó tanto que dio su vida por ellos, para que sus pecados les sean perdonados y borrados para siempre por
los poderes de la sangre derramada sobre el madero del Juramento a Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, en Jerusalén, Israel. Ellos gozan de mucho amor y de grandes bendiciones de parte de nuestro Padre celestial, porque han entrado al mundo del
Espíritu Santo, en donde por siempre seguiremos viviendo nuestras vidas, bendecidas grandemente por su Hijo Jesucristo y por los poderes del Juramento a
Isaac que jamás fallaran en la tierra ni en el cielo, para siempre. ¡Amén!)
EL JURAMENTO A ISAAC ES PODER COTIDIANO DE PAZ, PROSPERIDAD Y VIDA ENRIQUECIDA:
Nuestro Padre celestial llamó a Aarón a que lleve a sus hijos a la entrada de
tabernáculo de reunión, porque ellos necesitaban ser bautizados con agua en una piscina grande que estaba cerca de él, para que así entren al tabernáculo de reunión
para ejecutar sus deberes de rituales ya asignados a todos ellos como en el Lugar Santísimo, por ejemplo. Por lo tanto, ellos tenían que ser ungidos por nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo con agua y con
aceite de oliva,
que tenía que ser derramados sobre ellos antes de vestir las ropas sacerdotales, asignadas ya divinamente, para entrar en el tabernáculo de reunión y en su Lugar Santísimo, ejecutando así sus rituales asignados para la eternidad.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba lavarlos con agua y ungirlos con aceite a los hijos de Aarón antes de vestirlos con las ropas sacerdotales que necesitaban vestir para conducir los rituales y ceremonias de perfecta santidad
del Juramento a
Isaac, para remover todo pecado de Israel y de donde sea necesario lidiar con ellos sacerdotalmente. Es decir también que nadie de toda la casa de Israel, en aquellos días, podía jamás acercarse al tabernáculo de reunión sin haberse lavado bien con
agua, para que ellos así sean aceptados por nuestro Padre celestial, perdonándoles sus pecados, además de bendecirlos abundantemente, y así continúen por el camino a conquistar la tierra prometida.
Entonces al toda la casa de Israel bautizarse en agua en el Mar Rojo, inmediatamente ellos habían abandonado todos los pecados que habían encontrado en las familias de las naciones antiguas yaciendo en el infierno tormentoso, condenados por sus pecados,
por que ellos fallaron en conocer el santo nombre fuego del Padre celestial ni
tampoco cubrieron sus pecados con sangre de corderos. Además, nuestro Padre celestial necesitaba a cada israelí bautizado en agua del Mar Rojo, porque ellos tenían que
cambiarse de ropas por unas nuevas, en donde ellos no solamente aprenderían a servir a nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, pero
igualmente aprender de la importancia de conducir rituales y ceremonias de perfecta santidades
del Lugar Santísimo.
Realmente, esta fue una obra estrictamente asignada a la tribu Levi para conducirlas en el tabernáculo de reunión y en su Lugar Santísimo por todo el
desierto del Sinaí, como por donde nuestro Padre celestial los guiaría con su
SHEKINNAH (gloria de
Dios), para que ellos ejecuten estos rituales y ceremonias de perfecta santidad
del Juramento a Isaac. Divinamente, nuestro Padre celestial no solamente había
hecho que los hijos de Abraham nazcan en el cautiverio egipcio con el Juramento
a Isaac,
escritos sobre todos ellos con su dedo, pero igualmente los había hecho sufrir
los dolores de no conocer su santo nombre y de su altar de perfecta santidad, complaciendo a Él siempre en todo su Juramento a Isaac.
Ya que, estos eran rituales y ceremonias de perfecta santidad que nuestro Padre
celestial necesitaba cumplirlas con el Juramento a Isaac por todo el desierto del Sinaí con los hijos de Abraham, porque ellos habían nacido por los poderes del Espíritu
Santo así como Isaac nació inicialmente para que Jacobo nazca después, para establecer el reposo Sabático del santo nombre en Canaán. Por Ley, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir cada pecado que toda la casa de Israel había
expiado y
acumulado por los cuatrocientos años que estuvieron cautivos en Egipto, que no
solamente necesitaban abandonarlos en el Mar Rojo por el bautismo en agua, pero
igualmente cubrirlos todos con los rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a
Isaac, para siempre.
Por ende, al Israel emerger del Mar Rojo, bautizados, porque ellos habían aprendido en Egipto a invocar su santo nombre como el Dios de Abraham, como el Dios de Isaac y como el Dios de Jacobo, que es el Espíritu Santo, entonces tenían que seguir por
el desierto en busca de agua así como las almas en el infierno la buscan incansablemente. Obedientemente, ellos caminaron por tres días sin encontrarla
y hasta que finalmente llegaron a las aguas amargas de Marah, en donde intentaron beberla, pero no
pudieron, porque las aguas estaban muy amargas para beber, pues entonces, tuvieron que pedirle a Moisés que encuentre agua por ellos inmediatamente (Moisés es el tipo de su Hijo amado).
Puesto que, únicamente su Hijo Jesucristo puede realmente darles de beber para
calmar su sed que ellos estaban experimentando en aquellos días así como las familias de las naciones antiguas que están sedientas en el infierno por beber
agua, pero é
sta no es el agua del mundo que desean sino la del cielo, como la roca de salvación, que es su Hijo. Visto que, ésta es la roca que tú necesitas que te dé la bienvenida en tu corazón y en todo tu hogar al renacer del agua y del Espíritu, para así
entre en tu familia para bendecirla como jamás lo ha sido, y esto es de recibir abundantemente de su amor, felicidad, gozo, paz, prosperidad, enriqueciéndote a ti y los tuyos, siempre.
(Por eso, Moisés siempre les decía a los israelitas de tiempo en tiempo, que ellos recibirían pronto a uno como él de entre sus hermanos, que se levantara
para hablarles a ellos del Padre celestial y del Espíritu Santo, y que ellos deberían siempre
oírle a él y seguir y hacer todo lo que él diga, para complacer toda verdad y justicia. Porque él es por quien nuestro Padre celestial siempre le hablara a toda la casa de Israel, y esto es de cada palabra derramada sobre el cuerpo sagrado de Isaac y
de su sangre expiatoria, como cuando yacía sobre el madero del altar, descansando sobre el Moriah, para que toda promesa dada a Abraham y sus hijos por generaciones se cumpla, siempre.)
Aquí es cuando Moisés tan sediento como cada israelí lo estaba, entonces él
también falló en conocer qué hacer ahora, porque él se encontraba en la misma situación como cualquier otro, pero entonces, él miró hacia el Padre en el cielo, y Él
le habló, diciéndole: Yo he oído a los israelitas pidiéndote agua, porque las aguas que han encontrado no sirven. Ven conmigo, nuestro Padre celestial le
dijo a Moisés, porque Yo te voy a mostrar un árbol en donde lo puedas encontrar y lo
levantaras del suelo para tirarlo en las aguas amargas de Marah, para que sean endulzadas instantáneamente, para que los israelitas beban junto con las manadas que han traído con ellos también.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba que cada israelí vea la gloria
de su poder nuevamente, que no solamente los había liberado del cautiverio Egipto y de una muerte segura al ejército egipcio acercarse a ellos para regresarlos a Egipto,
pero igualmente para que ellos vean que Él les puede dar de mejor de las aguas
a beber aún en el desierto hostil. Éste es el árbol que nuestro Padre celestial trajo con Él y con su santo nombre fuego clavado sobre todo lo alto de él, flameando como
una antorcha, que no solamente alumbró la noche más oscura de Abraham que jamás la había vivido antes, pero igualmente alumbró las mitades de los tres
carneros sacrificados sobre la roca, salpicada con la sangre expiatoria.
Estos fueron los tres carneros sacrificados con sus mitades opuestas una a otra
sobre la roca, salpicada con la sangre expiatoria junto con los dos palominos sin cortarlos, porque nuestro Padre celestial necesitaba expiar por cada pecado
que los hijos
habían de encontrar cada día al nacer todos ellos en una tierra extranjera y con su Juramento a Isaac escrito sobre ellos. Éste es Egipto, en donde nuestro
Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo necesitaban estar con
toda la casa de Israel cuando nacían por los poderes del Espíritu Santo y de su Juramento a Isaac, expiando por cada pecado de las naciones, porque Él necesitaba encontrar finalmente todos sus Sábados de reposo para su santo nombre fuego.
Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a comprender y saborear
la dulzura de su antorcha con su santo nombre fuego flameando con sus fuegos de
glorias eternales, que son siempre abundantes de su Gracia, Misericordia, Verdad y Justicia
Divina que la casa de Israel necesitaba poseer, para que ellos le sirvan por el
desierto, derramado sangre de corderos, cubriendo todo pecado eternamente. Por eso, es que fue importante que el árbol descienda del altar del amor prehistórico de entre
Jerusalén, en Canaán, porque ellos necesitaban ser los primeros de entre las familias de las naciones, como las que yacen en el infierno, por culpa de sus pecados, para beber de las aguas amargas que fueron endulzadas milagrosamente.
Y después de los israelitas haber bebido de las aguas amargas de Marah, endulzadas por el árbol que descendió del monte santo Sión, en Canaán, entonces ellos volvieron a tener sed nuevamente, quejándose ante Moisés (como
quejándose ante Yeshua (
Jesús)), porque habían bebido de las aguas amargas de Marah endulzadas por el
árbol, entonces fue para tener sed nuevamente, pero del reino. Aquí es cuando, nuevamente, nuestro Padre celestial oyó a los israelitas quejarse de estar sedientos otra
vez que estaban listos para regresar a Egipto, porque ellos sabían que volverían a tener sed camino hacia la tierra prometida, y entonces ellos pensaban que no era posible que tuviesen toda el agua que necesitaban para llegar allá.
Entonces nuestro Padre celestial le dijo a Moisés que escoja a setenta ancianos a que vengan con Él nuevamente, porque esta vez Él les iba a mostrar
en donde encontrar la roca de salvación, que ellos necesitaban beber de ella las aguas, en donde jamá
s volverían a tener sed otra vez en esta vida y en la venidera del nuevo reino
mundial. Realmente, nuestro Padre celestial estaba preparando al Israel antiguo
para empezar un largo camino que ellos tenían que llevar no solamente para llegar a la tierra
prometida, como les fue dicho inicialmente que ellos tenían que conquistarla, pero primeramente ellos iban a descender al Valle de los huesos secos, en donde
no hay agua para beber para nadie jamás.
Por eso, es que los israelitas necesitaban beber de las aguas amargas de Marah,
endulzadas por el árbol descendido del monte santo de Jerusalén para encontrarlos en el desierto del Sinaí, para endulzar no solamente las aguas amargas, pero igualmente
sus almas vivientes y así beber abundantemente de la roca, finalmente para descender al Valle de los huesos secos. Ciertamente, nuestro Padre celestial le
manifestó a Moisés junto con los ancianos israelíes, en donde encontrar la roca viva que Moisé
s tenía que hablarle, para que fluya agua hacia la congregación de los ancianos y del pueblo entero, para que beban abundantemente junto con los animales que traían de Egipto, para los sacrificios del desierto.
Puntualmente, nuestro Padre celestial hizo que los israelitas beban de la roca abundantemente, porque ellos no iban a tener sed nuevamente por todo el desierto del Sinaí al conducir los rituales y ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac,
para cubrir cada pecado con sangre derramada de corderos, pero igualmente por todo el Valle de los huesos secos, no más sed. Efectivamente, ésta es la roca
de donde cada hombre, mujer, niño y niña tiene que beber en abundancia así como los
israelitas bebieron de ella en el desierto del Sinaí antes de empezar a servirle a nuestro Padre celestial como sumos sacerdotes, conduciendo rituales y ceremonias de perfecta santidades que necesitaban entrar a Canaán con ellos,
cubriendo y
destruyendo todo pecado eternamente.
Estos son los rituales y ceremonias de perfectas santidades del Juramento a Isaac que no pudieron ser ejecutadas en el cautiverio egipcio para expiar y cubrir todos los pecados de las familias de las naciones antiguas, que murieron
sin ningún convenio
de vida con nuestro Padre celestial, por ende, tuvieron que ser ejecutadas postreramente sobre el desierto, como sobre el techo del infierno. Es decir también que en estos días cuando cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones
del mundo entero es bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces esa persona ascenderá al altar, en donde la roca viva está esperando, para beber de ella abundantemente.
Además, nuestro Padre celestial junto con su Espíritu Santo te llevara a su altar antiguo sobre el monte santo de Jerusalén, en Israel, porque tú te habrás lavado de tus pecados e impurezas con el bautismo en agua, invocando la
perfecta santidad de
su nombre todopoderoso, introduciéndote así en su Lugar Más Santo cuando menos lo esperas que lo hará así contigo. Porque una vez que tú has sido bautizado, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y su
Espíritu Santo,
entonces, tú realmente habrás invocado a su altar de su amor prehistórico junto con su Lugar Santísimo para ser bautizado en su Espíritu Santo, para que seas finalmente renacido de su imagen regresando a la vida eterna instantáneamente, para
siempre.
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