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Sábado, 18 de Enero, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo
EL ÁRBOL con El PADRE, El HIJO y El ESPÍRITU ante ABRAHAM es la CRUZ dulce, endulzando tu vida cada día:
Misericordiosamente: La ira de nuestro Padre celestial contra la rebelión angelical, que Lucifer empezó en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, deseando tomar control de su santo nombre fuego junto una tercera parte de huestes
angelicales, creyendo en él, entonces, su ira santísima se aplacó, pensando únicamente en crear un nuevo dulce hogar para Él y su familia divina—tú. Esta es la nueva tierra, que tenía que nacer de la vieja tierra, pero para que
esto suceda,
entonces, nuestro Padre tenía que tener a su familia divina naciendo en una de
las familias de las naciones, para que Él pueda enviar a sus amados junto con cada bendición, que constituye su familia divina en la gloria angelical, así también en la
tierra.
Aquí es cuando, nuestro Padre celestial pensó en ti y en tus amados junto con
tus vecinos y amistades de alrededor del mundo, para Él ser una sola familia con la tuya y las de alrededor de ti, porque Él había determinado destruir las mentiras,
maldiciones, pobreza y muerte de Lucifer, y así, luego establecer su nuevo reino en la tierra para siempre. Y de todas las familias de las naciones, entonces, nuestro Padre celestial encontró a Abraham y a su esposa Sarah, y así, Él empezó a lidiar
con ellos, para que ellos aprendan a caminar con Él, creyendo en su palabra nacida naturalmente de su corazón santísimo, que necesitaba derramarse sobre sus hijos, empezando con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo.
Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba rescatar a Adán y a Eva de la trampa en que ambos habían caído, cuando fueron engañados por la serpiente del Jardín del Edén para que coman del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal,
y así, ellos regresen a Él junto con sus hijos a su dulce hogar, el Paraíso.
Visto que, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba tener a sus hijos de
regreso a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en la gloria celestial, empezando con
Adán y Eva, pero igualmente, las glorias de su santo nombre fuego, que habían
sido atacados por Lucifer y sus ángeles caídos: por ende, Él recobrar su reino nuevamente, pero sin pecado.
Entendiendo que, nuestro Padre celestial es santísimo, y Él jamás a tolerado
el pecado en su presencia—por eso, es que—Él ha rechazado con denuedo cada
ataque de mentiras y de engaños, que nacen del corazón malvado de Lucifer, porque él
necesitaba tomar su santo nombre fuego para empezar su reino de tinieblas junto
con sus ángeles caídos. Ahora, nuestro Padre celestial necesitaba rescatar a Adán y a Eva junto con los hijos, porque ellos eran los que habían nacido de su imagen y de
su alma santísima no solamente para destruir tinieblas de mentiras y de engaños, emanando del corazón malvado de Lucifer, pero igualmente, ellos necesitaban conquistar nuevas glorias, honores y riquezas nunca antes vistas en
la Creación hasta hoy.
Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a vivir su vida eterna con familias de las naciones, y así, Él descender junto con sus amados, como su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, rescatando a Adán y a Eva junto con sus hijos, porque
ellos habían nacido de Él únicamente para vivir por las glorias nuevas de su
santo nombre fuego en toda su Creación. Considerando que, Adán y Eva nacieron
para ser su familia divina no solamente en la gloria angelical, como el paraíso y La Nueva
Jerusalén celestial, pero también, su familia divina, expandiéndose con glorias conquistadas para su santo nombre fuego en toda su Creación, como nuestra tierra, y así, Él finalmente entrar a su reino dorado, en donde el pecado no existió jamás.
Sin embargo, para nuestro Padre celestial derramar glorias y riquezas de su corazón santísimo, jamás tocadas por Lucifer y sus ángeles caídos, entonces, Él tenía que tener a alguien, creyendo en sus palabras de vida nacidas naturalmente de Él y
de su alma viviente, y así, Él mismo finalmente llenar la tierra con sus hijos: amando, sirviendo y alabando su santo nombre fuego siempre. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial realmente encontró a Abraham y a Sarah, listo
no solamente para
creer en Él y en sus palabras de vida, descendiendo de su dulce hogar, como La
Nueva Jerusalén celestial, pero igualmente, ellos estaban dispuestos a complacerlo a Él en lo que sea necesario, y así, su voluntad perfecta florezca por toda la tierra
postreramente.
Por consiguiente, nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su
Espíritu Santo, visitaron a Abraham, mientras estaba sentado al entrar a su tienda y con su esposa Sarah en ella, que cuando él los vio a ellos, como tres
hombres parados
debajo de un árbol, entonces, él corrió hacia ellos, recibiéndolos en su hogar con mucho gozo en su corazón. Este es el árbol, con el que nuestro Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo tenia que
visitar a Abraham, que
es no solamente los hijos prometidos a él, incontables como las estrellas del cielo arriba, viviendo en generaciones venideras, pero igualmente, es la humanidad entera yaciendo ya enteramente en el infierno tormentoso, que necesitaban ser rescatados
inmediatamente.
Ciertamente, este es el árbol que vino a ser no solamente parte de Abraham junto con sus hijos prometidos por nacer en generaciones futuras, pero igualmente, aquellos hijos, aprendiendo a creer en su palabra de vida, que Él ya le había otorgado a
Abraham con bendiciones y riquezas interminables, salvando su alma viviente finalmente sobre el monte de Jerusalén, descansando sobre el Moriah. Este es el árbol, que necesitaba ser plantado por la mano derecha de nuestro Padre celestial, pero primero,
hijos de Abraham necesitaban nacer del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados de las naciones yaciendo ya en el infierno tormentoso, y así, las familias sean rescatadas por
su árbol plantado
afuera de la tienda de Abraham, en Canaán.
Nuestro Padre celestial necesitaba tener a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo no solamente en Canaán, aunque ellos
nacieron para heredarlo para siempre; pero, ellos tenían que nacer mas bien en
el cautiverio
egipcio, recogiendo pecados del mundo entero por cuatrocientos años: abandonándolos luego en el bautismo del Mar Rojo para jamás volver a verlos. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos naciendo del vientre estéril de Sarah, por el
Espíritu Santo, y así, ellos sean legítimamente de Él, su Hijo Jesucristo y
su Espíritu Santo, naciendo siempre con su voluntad perfecta y no del hombre, como de Abraham, descendiendo al corazón de la tierra, rescatando naciones del
infierno
tormentoso con poderes especiales, convirtiéndose en un solo árbol eterno.
Legalmente, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a todo Israel antiguo, descendiendo al corazón de la tierra, que en aquellos días fue el Valle de los huesos secos, porque Él necesitaba estar allí con sus hijos, rescatando a cada
familia de las naciones antiguas y a sus hijos de futuras generaciones, para que sean uno con Israel antiguo, como su árbol eterno. Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba visitar a Abraham, mientras estaba sentado afuera de su tienda y con su esposa
Sarah adentro de ella, porque Él tenía que presentarle a sus hijos prometidos, que venían hacia él, incluyendo a los hijos de la humanidad entera, y así, él empiece sus tres sacrificios con sus mitades opuestas una a
otra sobre la roca de salvació
n.
Además, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham como padre no solamente de sus hijos naciendo en Israel, como su nación dorada, en donde Él descansa cada día Sábado con todos ellos, pero igualmente, celebra sus fiestas anuales, como la Pascua
etc., finalmente para descender a Canaán, su dulce hogar, para vivir su perfecto amor con ellos eternamente victorioso sobre Satanás y la muerte. Por ende, este es el árbol que nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham lo conozca, porque no
solamente son sus hijos prometidos, viviendo en generaciones futuras, que él necesitaba ejecutar sus tres carneros, sacrificándooslos por ellos, pero igualmente, para las familias de las naciones, para Él caminar entre las mitades opuestas una a otra
con su árbol: expiando, juzgando y perdonando pecados perpetuamente.
Realmente, hijos de nuestro Padre celestial llevaban su santo nombre fuego en la carne sagrada de su Hijo Jesucristo y con la sangre expiatoria, llena del Espíritu Santo: glorias inagotables, honores y santidades que se necesitaban conquistarlas siempre,
sobre el monte Sion, en Canaán, y así, todos vivir siempre su vida eterna, en donde no hay pecado toda una vida entera, en la eternidad. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham conduciendo sus tres corderos, sacrificándolos, y con sus
mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin cortar, salpicados con sangre expiatoria, porque Él iba a expiar, juzgar y perdonar pecados del mundo
entero con sus hijos clavados a su árbol, y así, Él empezar una tierra nueva
en el corazón
de la tierra vieja.
Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente empezar su nueva tierra del corazón de la tierra vieja, pero igualmente, Él necesitaba tener a sus hijos renacidos con el cuerpo glorificado, en donde Satanás y la muerte habían sido ya
derrotados con su vida eterna, vivida por su Hijo Jesucristo, teniendo así su santo nombre fuegos, establecido sobre el monte Sion, en Canaán, perpetuamente
glorioso. Considerando que, hijos de nuestro Padre celestial nacen en la tierra
para amar,
servir y alabar su santo nombre fuegos sobre el monte Sion, en Canaán, entonces ellos tenían que renacer no tanto del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, como inicialmente con Isaac, más bien, renacer de su corazón santísimo,
establecido debajo de Canaán, y así, alabarlo a Él con perfecta santidad siempre.
Realmente, el santo nombre fuegos de nuestro Padre celestial tiene que ser amado, servido y alabado con perfecta santidad de su corazón santísimo, derramado sobre su Hijo Jesucristo, nacido, como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu
Santo, entonces, sus hijos naciendo después, necesitaban renacer del corazón de la tierra con perfecta santidad, derramándose desde el monte Sion y su árbol. Ciertamente, para que esto sea así, entonces, nuestro Padre celestial tenía que regresar
aquella noche a los tres sacrificios de Abraham y con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, y así, Él caminar con su árbol, que son sus hijos llevando su santo nombre fuego: expiando, juzgando y
perdonando cada pecado con sangre expiatoria.
Visto que, cuando nuestro Padre celestial, después de terminar: expiando, juzgando y perdonando pecados de las familias de las naciones yaciendo en el infierno tormentoso, en aquellos días: entonces, Él le aseguraba a Abraham que sus hijos iban a
nacer en una tierra extranjera, Egipto, como esclavos por cuatrocientos años, recogiendo pecados del pasado y del futuro, destruyéndolos finalmente en el bautismo en agua. Verdaderamente, este es Egipto, que nuestro Padre celestial escogió, como la
tierra, en donde sus hijos nacerían, recogiendo cada pecado que las familias de las naciones habían cometido en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, Él destruirlos en el Mar Rojo, y luego seguir a rescatar a las naciones
yaciendo en el infierno tormentoso con su salvación final.
Realmente, después que nuestro Padre celestial había liberado a Israel antiguo del cautiverio egipcio, entonces, Él estaba listo para llevarlos a todos ellos al bautismo en agua del Mar Rojo con su santo nombre fuegos, como el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacobo, haciéndolos así ciudadanos legítimos de Canana
para vivir con Él sin el pecado para siempre. Por eso, nuestro Padre celestial
tenía que tener a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como
Isaac, por el
Espíritu Santo, y así, Él mismo introducir su vida eterna en el hogar de Abraham junto con sus hijos prometidos, viviendo en generaciones futuras, incontables como las estrellas del cielo arriba, poblando así la tierra con su
carne sagrada y poderosa.
Ya que, nuestro Padre celestial planeaba no solamente tenerlos a todos ellos bautizados en el Mar Rojo, abandonando todos los pecados, que ellos recogieron por siglos en el cautiverio egipcio, pero igualmente, Él necesitaba recoger a las familias de las
naciones yaciendo en el infierno tormentoso, convirtiéndolos en una sola carne
sagrada, que necesita ascender a la gloria celestial, pero eternamente justificada desde Canaán. Además, nuestro Padre celestial tuvo a Abraham viviendo con su Hijo
Jesucristo como Isaac, para que él experimente su vida eterna con él en su mismo hogar, llena de bendiciones cotidianas de su amor infalible de la roca de
salvación, para luego, hacer que ascienda al monte santo de Jerusalén para declararlo Justo, dá
ndole así vida a su primogénito en Canaán, Jacobo.
Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba declararle a Abraham Justo, porque él no solamente había creído en sus palabras de vida, nacidas naturalmente de su corazón santísimo, pero igual, él había creído y recibido a su Hijo Jesucristo,
como Isaac, del vientre estéril de Sarah, y así, su vida eterna florezca en él con sus hijos por generaciones futuras, en Canaán. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba su santo nombre fuego clavado a sus hijos nacidos del vientre estéril
de Sarah, por el Espíritu Santo, derramando la sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo, como su vida eterna nacida de la hija de David, llenando la tierra entera con su salvación perfecta al fin, empezando en Canaán, su dulce hogar,
en donde el pecado
jamás existirá eternamente.
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